Una breve anécdota de sentimientos, resentimientos... y la importancia de darle el justo valor a las palabras...
Una vez, mientras cursaba el 3° de secundaria, dije a mi novia que envidiaba sus calificaciones. Como mis notas bajaron, mis padres creían era por la relación y amenazaron con no permitir mas citas si no mejoraba, por ello esa expresión a mi entonces pareja.
Más con los primeros problemas, mi novia reclamaba hasta por cosas que nada que ver: se quejaba airadamente por tuits que publiqué antes que saliéramos, hacía dramas por seguir en esa red social a quien ella no quería y era experta en hacer punzantes e injustos señalamientos de que era un envidioso de su promedio escolar... todo ello en medio de ausencias-silencios en los chats, cancelaciones a citas confirmadas para que ella saliera con alguien mas, entre otras conductas inmaduras y mas que celosas, psicóticas
Por supuesto, todo ello devino en un prolongado y enfadoso final, hace mas de 3 años. Hace poco ví esta imagen y recordé lo anterior. Sonreí, con la tranquilidad que da superar un mal momento y la certeza de que el término fue empleado correctamente. Sería bueno que alguien le explicara, ¿no creen?