Lámina delgada y lisa de hierro o acero cubierta de una capa fina de estaño por ambas caras.
Recipiente hecho con este material para conservar sólidos o líquidos.
Todo lo que causa molestia o fastidio.
Y ahí estaba yo. La mañana de la víspera de año nuevo donde menos quería estar: En el centro comercial especializado en ventas al medio mayoreo del que sus padres eran "socios", si por socio se entiende a pagar una membresía anual para tener derecho a comprar ahí. Mi padre me dijo que le acompañara al almacén ya que él prepararía la cena de fin de año y en esa ocasión no tuvo la oportunidad de comprar todos los ingredientes que necesitaría.
A él mismo no le agradaba ir, ya que desde que nos aproximábamos vimos el estacionamiento repleto. ¿Cual crisis? dijo, refiriéndose con sarcasmo al gentío que intentaba entrar y que seguramente también iban a proveerse de lo necesario para la cena de noche vieja. De pequeño me encantaba ir ahí: Siempre encontraba novedades que no veía en otra parte, sobre todo juguetes y cosas ricas que comer, pero en esta ocasión no tanto: La multitud y las prisas hacían que el ambiente no fuera el mejor, aunque a pesar de todo ello estaba no tan abrumado.
En el fondo estaba contento de que este fin de año pintara mucho mejor de lo que parecía al iniciar las "posadas": En ese día mi novia, o mas bien mi ex novia, fue con su madre a mi casa a devolverme un libro sobre varitas mágicas que le había prestado. Era ya el último pendiente entre ambos desde que terminamos nuestra relación después de varios meses de dolorosa agonía a través de indirectas, silencios y hasta celar, al menos ella lo hizo. Siempre reconocí que cometí errores, siempre por inexperto y hasta por ingenuo pero nunca con el afán de lastimar, lo que en mi perspectiva ella si terminó intentando hacer.
Que triste empezar las festividades decembrinas de esta manera, pero así fue y trataba de aprender, resignarme a perder a quien creía "el amor de mi vida" mientras intentaba poner orden en la mía... hasta la madrugada de Navidad. Después de la cena de navidad sin muchas ganas de hacer sobremesa me fui a dormir, lo que logré mientras intentaba alejar mis obvios pensamientos tristes cuando el sonido de mi celular me vuelve a despertar ¡alguien llamaba a las 3:00 AM! Lo tomo e inmediatamente el sueño desaparece ¡era mi ex novia! Presuroso contesto y si, era ella.
No le había pasado nada malo, pero me dijo que era alguien especial y que quería desearme feliz navidad. Me preguntó como lo había pasado, le narré mi cena y después le pregunté de la suya. Me dijo que estaba en casa de unos familiares y de hecho se oía el bullicio. De repente me dice que me extrañaba, que era muy duro para ella no saber de mí y yo le interrumpí diciéndole que sentía lo mismo. Hablamos otro rato y quedamos que "volveríamos a empezar" y que nos diríamos las cosas. Entonces pensé que era el mejor regalo de navidad que nunca jamás había recibido.
Para fin de año, mi chica lo pasaría en otra ciudad, que descubriría después, en ese entonces tenía una pésima señal de telefonía celular. Desde la navidad nos llamábamos diario y yo era feliz. Al irse los días previos a fin de año, como dije, comunicarnos se hizo difícil y yo le enviaba varios SMS con la esperanza de que los leyera y me los respondiera. Algunos si, otros no, pero me ponía dichoso saber que estaba bien y que estábamos bien.
Esa era mi actitud esa mañana, por ello no estaba tan tenso como mi padre quien iba colocando diversos alimentos en nuestro carro. Estaba un tanto aburrido cuando de repente la vi: Al inicio de un pasillo estaba una torre formada por latas de buen tamaño que prometían un café capuchino. Inmediatamente hice la conexión con mi novia ¡a ella le encantaba el café! Era ella quien me aficionó a ir a las cafeterías y probar las bebidas con base en ese grano. Pasé de el café con leche con que me desayunaba a probar los diferentes tipos de cafés que preparan los baristas.
Yo tenía un plan simple pero que creía efectivo para demostrarle a mi novia la importancia que tenía: Le iba a invitar a ella a mi casa, que conociera a mi familia y ellos a ella... y a su madre quien seguro no le dejaría ir sola. En ese entonces no existía Netflix, pero tenía TV por cable, videojuegos y mis padres una gran colección de películas originales en DVD. Pensé que una vez al mes para iniciar estaría bien y si todo marchaba sobre ruedas, dos veces al mes.
Mi idea era que asistiera a mi casa con motivo de mi cumpleaños, que como es en la primera semana de enero, en lugar de pastel lo celebramos con Rosca de Reyes. Ahí, le pediría a su madre, mas que a ella le dejara visitar mi casa, ya fuera para jugar algún juego de Harry Potter en mi Wii o ver una película de esta saga, que a los dos nos encantaba. Y ahí es donde me imaginé lo genial que sería prepararle un buen café capuchino a ella y a su madre mientras pasábamos la tarde.
Con ese pensamiento, le pedí a mi padre que comprara esa lata de café. Como se negó, le tuve que confesar mi plan. Si bien a mis padres les agradaba mi novia, estaban preocupados por su actuar en esos últimos días y, creo, no querían que me hiciera falsas ilusiones o me lastimaran. Yo rogué por esa lata, diciendo que esta vez sería distinto y tras tanta insistencia, mi padre accedió a llevarla, que junto con una caja de bebida de sidra de manzana caliente eran mis "armas" para sorprender con ricas bebidas a mi chica cuando ésta llegara a mi casa.
La noche de fin de año no pude hablar mas con mi novia. A pesar de el frío, salía al patio para tratar inútilmente de mejorar la señal y oír su voz. No pasó ese y los días siguientes. Un poco decepcionado estaba conforme ya que seguramente la vería en la escuela, así que al reanudarse el ciclo escolar, llegué temprano y me quedé en el balcón esperando verla llegar hasta que tocó el timbre que llamaba a clases y el prefecto me obligó a entrar. Ese día nunca llegó y mi decepción se transformó en temor. No quería pensar la posibilidad de que le pasara algo e intenté llamarla, le mandé varios SMS sin ningún éxito.
El segundo día lo mismo, estuve esperando en el balcón hasta que el profesor de Educación Física me llamó para ir al patio ya que su clase había comenzado. Al término de la misma, subí con los demás a nuestro salón, pero estaba sumamente distraído, preocupado por no saber de mi chica. Empezó la clase y francamente no le puse mucha atención, además con el cuchicheo de los demás no podía escuchar bien, pasó un rato y de repente fijo mi atención hacia adelante del salón ¡ahí estaba ella, llegó a la escuela y no me había dado cuenta!
Cuando terminó la clase, que para mi mala fortuna era de dos horas, fui corriendo donde estaba ella para darle un abrazo, solo para que me apartara con desagrado mientras me decía "A la hipocresía hay que decirle adiós" en medio de las risitas malquerientes de sus "amigos" a quienes yo no les agradaba. A mi me sorprendió su respuesta y su actitud, no reflejaba para nada lo que nos habíamos prometido en vacaciones. El resto de la mañana así fueron cortados mis intentos de acercarme a ella.
En casa, le pedí consejo a mi padre, me escuchó pacientemente, hizo algunas preguntas y me dijo: Si no has dado motivo para su conducta, o ella está mal, por consejos o ha vuelto a creer cosas negativas de ti o quizás sea su actitud porque cuando terminaron, nosotros y su madre acordamos que no se hablarían. Habla con ella y ve cual es su razón. Si ha vuelto a sus celos y falta de diálogo, no es bueno para los dos que intenten algo.
Le hablé varias veces por teléfono, no contestaba, por mensaje otra vez el "A la hipocresía hay que decir adios" y era claro que no buscaba dialogar. A pesar de que mis padres me pidieron ya no insistir, no me daba por vencido. Llegué a hablar con su madre quien me explicó que su hija no se sintió bien recibida cuando llegó a la escuela. Le expliqué que no llegó a la primera clase y que no la ví hasta después. Al parecer esto no le convenció a mi novia, que en cuestión de horas había vuelto a ser mi ex.
Por supuesto, que invitarla a partir la Rosca de Reyes en casa por mi cumpleaños era algo descartado. Ese año casi celebro mi cumpleaños en el restaurante de un hotel. Antes, cuando novios, ella me pidió que hiciera una comida en esa fecha para pasarla juntos. No pedía a mis padres cosas de ese tipo, pero por ella lo hice y sé que sacaron algunos presupuestos pero no organizaron ya nada cuando terminamos en diciembre. Si hubo Rosca, chocolate y un vale por un viaje a Chiapas por una semana: Mis buenos padres usaron el dinero que sería para mi festejo en un restaurante a ese viaje.
Quisiera decirte que ahí terminó todo... pero no. Ella todavía dio algo de lata. Me ponía indirectas por facebook y por twitter, hasta que caí en alguna y le contesté. Un comentario siguió a otro y en algún momento empezamos a platicar. Nuevas promesas de vernos, de arreglarnos, que ella después cancelaba mientras me celaba en la escuela con un "amigo" que no ocultaba su intención de enamorarla y fuera de ella con un tipo mayor que conoció en una fiesta de XV años a la que asistimos. Casualmente su "acercamiento" se dio justo cuando una de las chicas mas guapas del colegio me empezó a hablar, dejando entrever la posibilidad de que la amistad creciera. No sé si fue boicot o casualidad, lo que si se es que al final terminado dando mucha lata. Al terminar la escuela no le vi mas, quedándome con la experiencia de que lo importante no es lo que dicen sino lo que hacen.