El hubiera casi siempre esconde una lección,
aprender lo que perdimos por dejar de hacer
o entender que no siempre se gana,
así te esfuerces con gran tesón.
El hubiera debe saborearse rápido,
degustarlo de un solo sorbo,
y siempre fresco, que muy añejo
arrastra un olor a sueños inacabados.
Hay hubieras que no deben pronunciarse,
a veces es mejor quedarse con la duda
de todos esas noches que no fueron
y de todos esos amaneceres que no vimos.
Pero si un hubiera se te atraviesa
no lo dudes, enfréntale directamente,
tómalo con tus manos y desmenúzalo
y cuando no quede nada... sal y sigue adelante.