30 Sep
¡Me robaron mi primer beso!

- ¡Ya, sal a bailar! Le decía la chica rubia a su alta amiga de cabello oscuro, que entonces tenía una sonrisa nerviosa y se veía que dudaba si aceptar o no mi invitación a bailar, mientras su grupo de amigas sonreían también, divertidas por el suceso. La noche del jueves 26 de noviembre del 2009, en un salón del Hotel Real de Minas de la ciudad de Guanajuato un grupo de jóvenes que cursaban el primer año de secundaria y que realizábamos un viaje por ese y otros puntos del centro de la República Mexicana nos divertíamos en una "noche disco".

Quienes desde el principio del viaje habían formado parejas bailaban y se abrazaban. Otros como yo, si bien seguramente habíamos percibido a chicas que nos llamaban la atención no nos atrevíamos a tanto, y sólo buscábamos pasar un buen rato y seguir haciendo más amistades. Precisamente, antes había atendido una "emergencia": Una de las chicas con quien había hecho buenas migas y quien además viajaba en el mismo autobús que yo, al llegar al salón se empezó a sentir mal y de hecho junto con otra compañera la ayudé a llegar al sanitario.

Como obviamente no podía entrar, fui por los responsables del viaje para que llamaran a la doctora que nos acompañaba precisamente para cuando surgieran este tipo de incidentes. A mi llamado acudió prontamente, entró al baño y esperé un rato hasta que al fin salieron la doctora y mi amiga. Me dijo que no me preocupara, que le pondría una inyección, que mi amiga descansaría en su habitación y que al día siguiente estaría bien. Eso me alegró, me despedí de mi amiga que se fue a su cuarto, pero pensé que tenía pocas oportunidades para divertirme, ya que a ella le tenía la confianza para pedirle bailar, ya que además realmente yo nunca había bailado antes.

Ya menos preocupado, pero quizás con la adrenalina un poco alta por el incidente, empecé a dar vueltas por el salón. De repente, veo una mesa y reconozco a dos chicas que participaron en una pequeña obra de teatro conmigo. La mas pequeña era esbelta, de pelo rubio y facciones agradables, a varios les atraía por su físico, aunque no era mi tipo. De hecho, sin pensarlo (y si lo hubiera hecho tal vez no se lo hubiera pedido), me dirigí a su amiga, una chica apiñonada de mirada curiosa y casi siempre con una sonrisa, alta y con un buen par de piernas quien esa noche lucía un vestido oscuro que con las luces atenuadas del salón me parecía negro, de esos de tirantes que hacen lucir los hombros ¡se veía guapísima! Extendiendo mi mano le pregunté: ¿Quieres bailar?

Y así fue como llegué a la escena que es inicio de este relato. Ciertamente tenía mas confianza con mi amiga ausente, pero si he de ser sincero, yo sentía una gran admiración por quien invité a bailar. Entonces era mas tímido, quizás por ello no pude intimar mas con ella. Pese a que en los descansos de los ensayos del teatro era divertida, pude ver que se tomaba en serio las cosas y se esforzaba por hacer las cosas bien. Alguien así me agrada y si le añades que es atractiva... entenderás porque siempre le vi como alguien inalcanzable, pero ahí estaba yo, invitándola a bailar y ella ¡aceptando!

Se incorporó y fuimos a la pista, ¡estaba muy nervioso!, pero trataba de aparentar y ¡si! empezamos a bailar. Ella se movía muy bien, supongo que no era su primer baile, yo seguramente bailé fatal, mas bien trataba de "caer con estilo" y no verme ridículo mientras la miraba y admiraba. Antes de lo que quisiera vino el "ya" de ella, la regresé a su mesa, pude sentir las miradas divertidas de sus amigas, le agradecí ¡y me fui!

Francamente, estaba emocionado ¡había tenido mi primer baile y con la chica que admiraba! Fui a tomar un refresco y tratar de calmarme, mientras lo hacía, escuché una voz detrás mío.

. ¡Hola!, ¿Te acuerdas de mi? me dijo una chica morena de pelo oscuro y amplia sonrisa. Si me acordaba de ella físicamente, mas no de su nombre y dije algo como: - Oh sí, nos vimos en la escuela, pero no puedo recordar tu nombre. Me lo dijo y añadió: me gustó mucho como actuaste en la obra, lo que me halagó y de repente me dice ¿quieres bailar?

La petición me sorprendió y no pude ni quería negarme, quizás estaba todavía eufórico por el baile anterior. Llegamos a la pista y empezamos a bailar y si, también tenía buenos movimientos. En un punto del baile ella se acerca y coloca su mano en mi hombro, yo me sorprendo pero pienso: "Se ha de bailar así" y coloco mi mano a la altura de su cintura. Continuamos bailando y siento su mirada. "Oh, me mira, ¡no bajes la vista!, me digo a mi mismo, ¿es mi imaginación o ella se está acercando demasiado? ¡Espera, que...!" pero no puedo reaccionar: sus labios ya están sobre los míos. No sé como continué en la pista, lo que sí recuerdo es que a pesar de ser sorprendido al principio, cerré los ojos y correspondí a su beso... ¡mi primer baile antes y ahora mi primer beso!

No podría decir cuanto duró, lo que sí que cuando finalizó pude percibir los ¡eeehh! de quienes también bailaban y hasta un "¡Ay, se me adelantó, yo también iba a hacerlo" de una chica, comentario que en realidad no me halagó, incluso me hizo pensar si el beso habría sido por una apuesta. Tomados de la mano, salimos de la pista y como ya estaba terminando el baile, la llevé a su cuarto.

Esa noche no dormí temprano, pensando en todo lo que había pasado, y sobre todo por no saber que hacer. Se van a reír, pero pensaba cosas tipo ¿éramos algo por besarnos?, ¿tendría que tratarla de una manera especial? Aunque el beso había sido agradable, todo lo que implicaba después no tanto. Así que la mañana siguiente, fui a su cuarto y le entregué un pequeño obsequio que originalmente había comprado para mi: una pequeña escultura de madera que adquirí en el mercado de artesanías de Guanajuato. Ella se puso muy feliz y me abrazó.

Al término del viaje, como íbamos en escuelas distintas perdimos contacto. Ella me había dado su correo electrónico pero nunca me atreví a enviarle un mensaje, sobre todo después de platicarle varias semanas después a mi padre lo acontecido y que éste me hiciera ver que lo que pasó no fue correcto, aun cuando yo no lo hubiera buscado. Pasó el tiempo y quise saber de ella, mas que por un interés romántico, por conocer a quien, como fuera, era la chica con quien compartí mi primer beso, así que la busqué por facebook, pero por mas que la busqué, no di con ella.

En el transcurso, me enteré de varias cosas, desde el rumor de que existía una foto de los dos besándonos, que no pasó de rumor o al menos nunca vi tal imagen, hasta los dichos malquerientes de otras compañeras de dicho viaje que "chateaban" en los comentarios de una foto y quienes al parecer no tenían una buena imagen mía... ¡por haber besado a la chica en cuestión! En su óptica, yo habría sido quien le robó el beso.

Y sucedió que justo al año de dicho viaje, encuentro su perfil en facebook. Lo reviso y nada raro: Una chica que estudiaba en la EST 26, se veía que su familia le apoyaba, una hermana menor, ¡ah! y una gran afición por el Señor de los Anillos. Como dije, sin ánimo de buscar algo pero si de conocer a la persona, le envío una solicitud de amistad. Pasó un día, luego otro y de repente ya habían pasado dos semanas. Intrigado, a través de un comentario suyo en una publicación de facebook, le pregunto porque no acepta mi solicitud y justo en ese momento la acepta, y me envía un inbox que puede resumirse en "Ha pasado mas de un año, olvídame, no te aferres" y me bloqueó.

Me quedé pasmado. Ni me enamoré con el beso ni mucho menos la estaba buscando para tener una relación, solo quería conocerla y tal vez llevar una amistad o cuando menos una relación cordial. No quiso, ignoro sus motivos. No sé si tuvo problemas por el beso con su familia o acaso burlas en su escuela ni si tenía una relación y mi amistad podría meterla en problemas o algo mas. De hecho, volvimos a cruzarnos en la misma escuela preparatoria... y no había cambiado: No me saludaba y me evitaba, y si... revisé y seguí bloqueado de su facebook.

La primera vez, cuando íbamos en secundaria, quise entenderla, pero la segunda vez, la del bachillerato, se me hizo antipática su conducta, por muy fundamentada que pudiera estar. Ya no éramos unos niños yo entendí desde la secundaria que ella no quería comunicación, y de hecho, en la etapa de bachillerato nunca busqué contactarla, a pesar de que teníamos alguna amistad en común. Si quedaba algo de curiosidad por su persona, no me interesaba más. Sabía que era buena estudiante y que tiene una familia solidaria y amorosa, pero sus pensamientos seguían siendo un misterio... incluyendo el porqué hace casi diez años, ella me eligió ¡y me robó un beso!

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