Una anécdota personal de mi camino por el TaeKwonDo
"No hay estudiante malo. Sólo profesor malo. Profesor dice, estudiante hace."
- Señor Miyagi, en la película Karate Kid
En mi perspectiva hay escuelas que se dicen enseñan arte marcial pero se enfocan principalmente en el aspecto deportivo. Fábricas de medallistas especialistas en el pateo y el combate... que no te pueden explicar el significado de una forma, la importancia de la meditación y, aunque suene a broma, el significado del "arte marcial" que practican.
Entiendo por arte marcial el arte de prepararte como un guerrero... y sí, para defenderse y someter a un contrario está todo ese entrenamiento físico y de técnicas de pies y manos para ello. Pero un guerrero es más que eso, un guerrero sin valores, sin equilibrio cuerpo-mente, sin principios, es sólo un "golpeador" mas, por muy negra que sea la cinta que presumen.
Un diciembre del 2011, pagué un dobok (uniforme) nuevo y presenté con éxito, pese a que no estaba en ese entonces en mi mejor momento emocional, mi primer examen parcial para revalidar mi tercer grado poom a grado dan. En enero del 2012 dejé la escuela de TaeKwonDo en la que había cursado por mas de 10 años. Se nos dijo a mi familia y a mí que la organización a la que pertenecía cambió sus políticas y que tendría que esperar a cumplir 18 años para optar por el grado dan. Por supuesto, el examen parcial presentado y aprobado ya no tendría validez cuando optara nuevamente por revalidar a grado dan en el futuro.
No fue una decisión fácil, pero acordamos en familia que sería temporal, que regresaría por el grado dan y que mientras podría dedicarme más a la escuela, ya que por estar enfocado en el TaeKwonDo había descuidado, si bien nunca el desempeño escolar, sí otras oportunidades de desarrollo académico, por ejemplo en 2009 por preferir prepararme para el examen de primer poom me quedé a un paso de llegar a la Olimpiada del Conocimiento Estatal, sólo gané el de zona y participé en el regional.
Un año mas tarde, por participar como árbitro en un torneo local de la organización, al que me argumentaron que tenía que ir ya que era requisito para la revalidación del grado dan, (que como expliqué tampoco me serviría en el futuro) no fui al único día que mi maestro asesor me iba a preparar para la Olimpiada de Matemáticas de Zona. En ese entonces cursaba el 2° de Secundaria y logré representar al colegio en que iba ganándole a los de tercero. De hecho, en la competencia asistían principalmente colegios particulares cuyos representantes cursaban ese grado. Al final, empaté en aciertos con el representante de la escuela en la que se hizo el examen que, obviamente, cursaba el tercer grado pero al final me otorgaron el segundo lugar bajo el argumento de los jueces de que habría tenido un mejor procedimiento mi rival. Esto me dejó sin oportunidad de seguir a la siguiente etapa.
A diferencia de otros compañeros taekwondoínes, quienes acostumbraban llegar tarde o de plano faltar en época de exámenes, no faltaba a las clases a pesar de las abundantes tareas y trataba de llegar puntual. Asimismo participé lo más que pude en los torneos de la organización. Por ello, me llamó la atención saber que después de dejar la escuela varios "compañeros" cintas negras, que conocía de años, que sudé con ellos en el doyang, que ayudé cuando me lo pedían se expresaron hacia mí con comentarios malintencionados.
Siempre he sabido que no somos moneda de oro para caerles bien a todos, pero consideré que de menos era una falta de respeto y de más una deslealtad. Eso, sin embargo, no era nuevo. Precisamente por ello esta foto, tomada al regresar de una clase de combate donde siempre me tocaba un "angelito" de mas edad, mas alto y elástico que yo y al que no le caía nada bien al grado de que nunca me dio un saludo de respeto pese a que yo era un grado superior, pero que nunca tuvo el gusto de verme claudicar en el combate.
Esa vez pudo hacerme una ligera herida en la mejilla, como se ve en la imagen, no llegó ni a corte, mas bien una como abrasión. Francamente en el fragor de la pelea ni lo sentí, solo al terminar me dijeron ¿que te pasó en la cara? y pude ver la lastimadura. Pues este "cinta negra" publicó en su facebook que "me había roto el ojo" y festejándolo como si hubiera ganado el Campeonato Mundial de TaeKwonDo. Eso no me importó, sí el hecho de ver los comentarios y likes de mis ¿compañeros? cintas negras que delante mío callaban pero a mis espaldas mal hablaban.
Esta fue solo uno de diversos comentarios maliciosos de un pequeño grupo de cintas negras y aspirantes a serlo en los que dejaron traslucir su envidia, nulos valores y baja autoestima. Por todo esto y aunado al hecho de que la escuela cambió de domicilio y se ubicó mas lejos, provocó que tomara la decisión de ya no regresar, pese a que mis padres me daban la oportunidad de volver. Supe después que se les permitió a mis compañeros de generación presentar su examen de revalidación a grado Dan apenas con 17 años cumplidos. Me hubiera gustado que aunque fuera por cortesía me hubieran llamado para indicarme esos cambios en los tiempos, pero hay quien se olvidó que la lealtad es un camino de dos vías, en fin.
También supe que recientemente otros cintas negras emigraron a otra organización, en pos de sus "sueños olímpicos". Se vale por supuesto, pero curiosamente no se levantó la ola que a mí si me cubrió, cuestión de enfoques. Y si algo te enseña el arte marcial, mas allá de las patadas y los puñetazos, es el control de las emociones y la búsqueda del equilibrio. No dejarse llevar por los comentarios maliciosos de gente que así demuestra su baja autoestima... y que la cinta negra la portan pero no la viven. Como decía el inolvidable señor Miyagi: "Nunca antepongas la pasión a los principios... aunque eso signifique la derrota"